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Bioética para caminantes #1

Los cuidados paliativos: ¿transgresores y contraculturales?

Ya el origen de los cuidados paliativos contemporáneos en torno a los años 60 llama mucho la atención, en contraste con el desarrollo de otras ramas de la Medicina. Fueron años de grandes avances diagnósticos y terapéuticos (la descripción de la insulina, la primera comercialización de una benzodiacepina, la vinculación del tabaquismo con el cáncer de pulmón, la asociación de antibióticos, entre otros). La Medicina se hiperespecializó progresivamente y, a la par, las instituciones de Salud se fraccionaron cada vez más para atender a esta evolución científica y tecnológica. La cultura médica, en gran medida, se volvió organicista. 

En medio de estos éxitos, hay unos grandes olvidados de la Medicina y los sistemas de Salud. Los saberes, símbolos y conductas que nutren a las instituciones sanitarias no incluyen ya en su mirada a aquellos con quienes la Medicina no ha tenido éxito en términos de curación. La atención y el alivio del sufrimiento de los que nos hacen sentir que “ya no hay nada que hacer” queda fuera del campo visual y de la formación de los profesionales de la Salud. En esta estructura monolítica que pierde la sensibilidad por el sufrimiento, ya no será fácil incluir la compasión y la pericia que requieren la atención y el cuidado de pacientes avanzados en su enfermedad y sus familias. Cuando se presenta alguno de estos pacientes, el sistema de Salud entra en desconcierto y, con frecuencia, en el olvido de la tarea ética de la Medicina. 

Pero a pesar de todo, la historia da sorpresas y “por donde menos se piensa salta la liebre”. Una mujer, enfermera, trabajadora social y, posteriormente médica, Cicely Saunders (1918-2015), empieza a desplazar el centro de interés desde la enfermedad hacia el paciente y su familia, desde la patología hacia la persona. Percibe que los pacientes con enfermedades avanzadas o en fin de vida necesitan frecuentemente más atención que aquellos cuya enfermedad es curable. A partir de una gran inquietud científica y una profunda espiritualidad, genera espacios de atención de cálida hospitalidad (Hospices) y estrategias tales como la administración reglada de opioides, acciones que dieron vida a los cuidados paliativos, una cultura médica que transgrede cada día el enfoque de muchas de las instituciones de Salud en todo el mundo. 

De hecho, diariamente experimentamos en nuestros lugares de trabajo lo difícil que resulta incluir los cuidados paliativos en las instituciones sanitarias. Sin embargo, en su filosofía, representan a la Medicina más auténtica, esa que debería permear todas las especialidades médicas. Nos cuenta Robert Twycross, maestro de esta área, que Halina Bortnowska, una filósofa polaca y voluntaria en un centro de cuidados paliativos, contrastó el ethos de la curación con el ethos de la atención. Esta escritora define el ethos como “una constelación de valores sostenidos por la gente”. El ethos de la curación incluye las virtudes militares del combate: la perserverancia y la actitud de no darse por vencido; contiene necesariamente también algo de dureza. El ethos de la atención, en cambio, tiene como valor central la dignidad humana, enfatizando la solidaridad entre el paciente y los profesionales de la Salud, una actitud que resulta en una “compasión efectiva”, que incluye lo mejor de la ciencia y la tecnología. Esta ética de la atención y el cuidado, pilar fundamental de la humanización de la Medicina, cuando es auténtica, es transgresora. 

Podemos preguntarnos:

¿Fue muy difícil la inclusión de los cuidados paliativos en tus lugares de trabajo?

¿Qué cambios notaste en tu lugar de trabajo a partir de la inclusión de los cuidados paliativos?

Isabel Pincemin

Isabel Pincemin

Médica certificada en Cuidados Paliativos | Profesora de Filosofía | Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía de la Cultura

Articuló Medicina y Filosofía en los Cuidados Paliativos, que significaron un acercamiento sensible al sufrimiento y la riqueza humana que compartimos en los procesos de enfermar y morir.

Forma parte de los equipos del Centro Universitario Multidisciplinario de Tratamiento del Dolor Crónico y CP del Hospital de Clínicas y del Hospice San Camilo (Olivos).

Le encanta el cine y el contacto con la naturaleza.

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