
COLUMNAS
Que viva la ciencia, que viva la poesía #1
Libroayuda
La mamá se enteró cuando ya estaban lejos.
Gastón la llamó desde el celular del papá, que había fallecido hacía unos pocos minutos en el micro que los llevaba a Buenos Aires.
El hombre le había dicho que iba al baño, pero como se demoraba y un rato antes le había comentado que no se sentía bien, el pibe se preocupó. Fue hasta la puerta del baño del micro y golpeó la puerta.
Ante el silencio (aunque el ruido del micro era abrumador) preguntó “Papá, ¿estás bien?”. No hubo respuesta. Golpeó más fuerte y repitió la pregunta levantando la voz.
Luego, avisar al chofer, la puerta cerrada, Chichinales que no tiene ambulancia, en la ruta 22 no siempre hay señal, la Policía… un desastre todo.
—Imagínese —me dijo ella, más triste que seria —¡17 años tiene mi pibe! Iba a probarse a Banfield. Lo de él es el fútbol y ahora lo mirás y está hecho un trapo, pobrecito.
—Claro, comprendo —fue todo lo que pude decir.
En realidad, no sé si venía a comprar un libro, aunque dijo que sí. Más bien parecía buscar una respuesta a eso que le ocurre a Gastón: tener que sobrevivir con ese recuerdo permanentemente, de acá en adelante.
No vendo libros de autoayuda. Acaso era algo así lo que ella buscaba, pero no es lo que vendo. Y recomendar un libro a propósito de algo me resulta un despropósito.
Tal vez hay algo en el libro, en el objeto libro, que genera una fantasía que lo hace cercano, casi sinónimo, de la palabra respuesta: libros para aprender a hacer soufflé, para podar rosas, para hacer pis, para doblar la ropa así y asá y que te quede linda siempre, para cuidar mascotas. Libros. Siempre ahí, al alcance de tener la respuesta.
A Gastón, además, no le gusta leer. En realidad no sabe si le gusta o no. Sus lecturas solo se limitan a lo que le dan en la escuela y un poco más. Lo sé porque lo conozco desde que nació y también porque conozco a su familia desde un poco antes.
Ella no sabe aún cómo ayudarlo con la ausencia de su papá. Me pregunto cómo se está ayudando a ella misma, también, ante la falta de su compañero de toda la vida.
Y aunque miro los lomos de estas maravillas, uno a uno, portada a portada, retomando mentalmente cada perfil, no hay caso.
Yo tampoco puedo con la angustia…

Roberto Szmulewicz
Librero
Es librero desde hace más de 20 años en Dina Huapi, una ciudad a orillas del lago Nahuel Huapi.
Estudió Letras y Ciencias de la Educación pero le gustó más la idea de ser puente entre los libros y los lectores.
Está en situación de actualización permanente respecto de la literatura infantil y juvenil.
Dicta talleres para lectores adultos y colabora con distintos espacios locales, radiales y escritos.
En 2019 obtuvo el Premio Pregonero de la Fundación El Libro a la mejor librería infantil.
Se siente orgulloso de integrar un colectivo sin nombre pero multitudinario: el de quienes queremos que lxs pibxs lean mejor.
Su correo electrónico: libreriaelprofedinahuapi@gmail.com
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