La fotografía en cuidados paliativos
Una herramienta silenciosa para acompañar, reflexionar y sostener al equipo de Salud: una nueva forma de mirar
por Solange Bendinelli
23 de mayo de 2025
En la práctica médica, mirar parece un gesto natural. Observar, detectar, diagnosticar: se trata de una mirada entrenada, precisa, muchas veces urgente. Sin embargo, en el escenario de los cuidados paliativos, donde lo que importa no siempre se puede medir ni resolver, surge la necesidad de otro tipo de mirada: más sensible, más presente.
La fotografía, en este contexto, aparece como una herramienta inesperada y profundamente reveladora, no como técnica artística ni como medio documental, sino como acto de contemplación y de cuidado.

Fotos: Solange Bendinelli
Ver para comprender, no solo para intervenir
A diferencia de otros lenguajes, la fotografía permite detener el tiempo. Una imagen fija un instante, lo vuelve visible, pero también abre preguntas: ¿Qué hay en esa escena? ¿Qué quedó fuera del encuadre? ¿Desde dónde fue tomada? ¿Qué dice de quien la tomó?
Para los equipos de Salud —médicas, enfermeros, psicólogos, voluntarixs— la fotografía puede ofrecer una pausa necesaria, un espacio simbólico donde no hay que resolver nada, donde lo importante no es actuar, sino mirar y dejarse afectar por lo que se ve. Quizás esta pausa sea particularmente posible en el área de cuidados paliativos, donde muchas veces, el tiempo es otro.
Tal como lo planteó Georges Didi-Huberman en Lo que vemos, lo que nos mira (Manantial, 2014), una imagen no solo muestra: también nos interpela. Nos devuelve una mirada. Y en ese intercambio silencioso, a veces, ocurre algo que no esperábamos. Una nueva información, que no surge de los síntomas, de la respuesta a un fármaco, de una conversación. Se deja ver —para quien puede y quiere verlo — algo más sutil.

Fotos: Solange Bendinelli
Una herramienta para la automirada
Usar la fotografía como lenguaje dentro del equipo de Salud no requiere cámaras sofisticadas ni experiencia previa; solo disposición a detenerse, a mirar desde otro lugar, a preguntarse, por ejemplo:
- ¿Qué veo en mi día a día que nunca había registrado como significativo?
- ¿Qué me devuelve la imagen de lo que hago cuando cuido?
- ¿Qué rincón del hospital habla de algo que no sé nombrar?
- ¿Qué dice de mí una luz, un objeto, un gesto, una sombra?
Este tipo de ejercicio no tiene por objetivo producir una imagen bella, sino una imagen verdadera; algo que, en lugar de ilustrar, revele. Algo que permita ver(se) de forma más honesta.
Beneficios sutiles pero profundos
Incorporar la práctica fotográfica de manera reflexiva puede ofrecer múltiples beneficios al equipo de Salud:
- Promueve el autoconocimiento y la elaboración emocional.
- Favorece una mirada más empática y crítica sobre el propio rol.
- Crea espacios simbólicos para procesar lo vivido, más allá de la palabra.
- Fomenta el vínculo dentro del equipo, al compartir imágenes y sentidos.
- Permite visibilizar aspectos del cuidado que suelen quedar fuera del foco (el cansancio, la espera, la ternura, los silencios).
En definitiva, la fotografía ofrece un lenguaje que puede acompañar aquello que la Medicina y las disciplinas afines muchas veces no pueden resolver: el misterio del otro y el de uno mismo.

Fotos: Solange Bendinelli
Cerrar los ojos para mirar mejor
Frente al dolor, la muerte o la incertidumbre, no siempre hay respuestas. Pero sí puede haber una mirada disponible, abierta, ética. La fotografía —como forma de pausa, de pensamiento, de gesto— puede ayudarnos a ver de nuevo, a ver distinto.
Quizás, allí donde no se puede intervenir lo más valioso sea simplemente estar presente y mirar con los ojos bien abiertos.
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Solange Bendinelli
CULTURA PALIATIVA
Comunicadora visual. Fotógrafa.
Parte del equipo KIBU
Vive en Buenos Aires.
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