COLUMNA

Bioética para caminantes

Con los ojos cerrados me ves mejor.

Ya lo sabemos. Ya sabemos lo que debemos hacer. Ya nos inculcaron una ética en casa, en la escuela, en la universidad… Entonces, ¿por qué volver a preguntarnos qué está bien, qué está mal, de qué hacernos responsables, de qué no…? Nos da un poco de pereza.

¿Se acuerdan de la película Pecados capitales, en la que el castigo para el perezoso (que era un traficante) era mantenerlo en cama, sedado, inactivo, inmóvil?

Con frecuencia, la pereza se identifica con la inacción en una cultura como la nuestra, en la que la acción está sobrevalorada y se la equipara con la eficacia. Las personas más activas serían las más eficaces. Pero ¿esto no puede encubrir una pereza más profunda, la de hacerse las verdaderas preguntas, la de encontrarse con uno mismo, la de disfrutar de los encuentros, la de animarse a los riesgos y a la creatividad? A esta pereza, los antiguos la llamaban acedia y la hiperactividad era una buena manera de permanecer en ella.

El objeto de esta columna va a ser animarnos a andar juntos el camino, a pensar, a sentir, a explorar la sabiduría de muchos que nos precedieron o que están a nuestro lado, a disfrutar del ocio. Y es especialmente importante generar estos espacios cotidianos de ocio si nuestra tarea son los cuidados paliativos. No es necesario explorar espacios extraños porque nuestra vida cotidiana, nuestras rutinas diarias, están habitadas de incontables posibilidades de ocio si nos detenemos a mirarlas.

¿Qué queremos decir con ocio? Los iniciadores de la ética occidental, los griegos, eran comerciantes muy laboriosos, exploradores, navegantes… ¡no paraban! Un día, cuando pudieron desacelerar, a riesgo de perder totalmente el sentido, empezaron a encontrar espacios de conversación, de reflexión, de asombro, en medio de las realidades cotidianas, y generaron la cultura más creativa de la antigüedad en Occidente. A este espacio lo denominaron ocio por contraposición al neg-ocio. Nosotros también podemos encontrar descanso, sentido y evitar el desgaste profesional y personal si unimos nuestro “negocio” a los espacios de “ocio”. No son realidades opuestas, sino que se reclaman la una a la otra. Así, en el día a día, disfrutaremos del mundo tal como es y encontraremos el valor de acercarlo a como debería ser.

Podríamos preguntarnos:

¿Qué espacios de reflexión, de conversación, de lectura, de meditación pueden ayudarnos a empapar de ocio nuestro día a día? ¿Ya los descubrí o estoy en su búsqueda?

¿Qué utilidad puede tener el ocio en el ejercicio cotidiano de los cuidados paliativos?

¿Qué te respondés vos?

| Sobre la autora

ISABEL PINCEMIN

Médica certificada en Cuidados Paliativos. Profesora de Filosofía. Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía de la Cultura.

Articuló Medicina y Filosofía en los Cuidados Paliativos, que significaron un acercamiento sensible al sufrimiento y la riqueza humana que compartimos en los procesos de enfermar y morir.
Forma parte de los equipos del Centro Universitario Multidisciplinario de Tratamiento del Dolor Crónico y CP del Hospital de Clínicas y del Hospice San Camilo (Olivos).
Le encanta el cine y el contacto con la naturaleza.
Su correo electrónico: isabel.pincemin@gmail.com

 

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #5 | Detrás de las paredes

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #5 | Detrás de las paredes

En toda la Historia de Occidente, nos hemos preguntado qué hay después de la muerte. Ante la imposibilidad de respuesta, nos hemos tentado con la idea de la inmortalidad. Pero, ¿es un horizonte deseable?

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #3 | Bajofondo

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #3 | Bajofondo

Conocemos los senderos del sufrimiento. Dialogamos a diario con este sujeto amorfo pero siempre presente en el ámbito de los cuidados paliativos. Sabemos que, sin un buen acompañamiento, esos caminos pueden acercarse a una oscuridad temible y terrible. Pero el ser humano siempre ha rondado los infiernos: de la mano de la literatura de Dante Alighieri y el arte de Carlos Alonso, Isabel Pincemin nos invita a asomarnos a buscar algo de luz en esos bajos fondos.

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #2 | Sujetos a la conciencia

BIOÉTICA PARA CAMINANTES #2 | Sujetos a la conciencia

Isabel Pincemin percibe en quienes optaron por dedicarse a los cuidados paliativos una conciencia delicada. En esta columna, desglosa este concepto y analiza cómo la fidelidad a la propia conciencia, aun siendo fuente de paz y armonía interior, es causa de sufrimientos y riesgos.

otras columnas

Cuidados sobre ruedas

La columna de Fredy Ojeda

Enfermero – Ciclista

Desde su Uruguay natal, el enfermero especialista en Cuidados Paliativos Fredy Ojeda nos invita a hacer una pausa, tomar un poco de agua y reflexionar sobre los cuidados, mientras la(s) rueda(s) sigue(n) girando.

Death techs: una mirada antropológica

La columna de Darío Iván Radosta

Antropólogo

¿Qué son las tecnologías de la muerte? Darío nos guía para intentar atisbar qué gestos humanos, qué necesidades, qué miedos podemos reconocer, y cómo estas techs nos ayudan a vincularnos saludablemente (o no) con el morir.

Nutrición de cuerpo, mente y espíritu

La columna de Nutrición.4D

Nutricionistas paliativistas

Comemos para seguir viviendo, para sentirnos saludables y para disfrutar. Pero… ¿qué pasa con esa esfera tan amplia que abarca la alimentación cuando la vida, la salud y el disfrute están puestos en tensión por una enfermedad que amenaza nuestra vida?

Las chicas de Nutrición.4D nos comparten sus conocimientos y reflexiones.

Que viva la ciencia, que viva la poesía

La columna de Roberto Szmulewicz

Escritor – Librero

La literatura y la poesía pueden ser un refugio, que hace un puente al que no le importan el tiempo y el espacio… solo la sincronía del papel y unos ojos abiertos. A veces, para que se dé ese encuentro, tiene que haber un guardián, que cuide, promueva, facilite, observe, escuche, y lleve a las manos justas las páginas exactas. Roberto es uno de esos guardianes.