Trabajar en contextos de enfermedades graves e irreversibles nos confronta muchas veces con situaciones clínicas de difícil manejo. Una de ellas es el DESEO DE ADELANTAR LA MUERTE (DAM), que se presenta de diversas maneras: como una expresión aislada y más ambigua (“Mi vida, así, no tiene sentido”) o en forma de pedidos más explícitos de acelerar el proceso final.
En estas líneas pretendo adentrarme en el corazón de este fenómeno clínico, que muchas veces deja en jaque a los equipos de Salud, para pensar modalidades de respuesta.
Quiero empezar compartiendo algunas preguntas: ¿Por qué nos resulta tan difícil a quienes trabajamos en Salud escuchar y aceptar que a veces la vida, para alguien, puede no merecer la pena? ¿Se puede desear la muerte? ¿Qué significa “desear” la muerte?
El Psicoanálisis nos enseña que lo que se pide no siempre es igual a lo que se desea, y que el deseo es siempre deseo de otra cosa. El deseo es polisémico, admite más de una interpretación, y el DAM, en este sentido, también. Es un fenómeno clínico dinámico y cambiante en el tiempo, que puede aparecer y desaparecer a lo largo de la trayectoria de una enfermedad, dependiendo de diferentes factores.
«¿Por qué nos resulta tan difícil a quienes trabajamos en Salud escuchar y aceptar que a veces la vida, para alguien, puede no merecer la pena? ¿Se puede desear la muerte? ¿Qué significa “desear” la muerte?»

¿Qué nos dicen nuestros pacientes cuando nos acercan, con más o menos forma, estas manifestaciones? ¿Que no quieren vivir más? ¿O que lo que no quieren es seguir sufriendo? ¿O que no quieren hacer más tratamientos? ¿O…? ¿ O todo a la vez?
Arriesgo un primer esbozo de respuesta: en principio, no lo sabemos… Como diría mi abuela, “lo tenemos que poner a trabajar… las manos en la masa…”.
La mayoría de las veces (no siempre) el DAM es reacción-respuesta a un sufrimiento de origen multidimensional en el contexto de una condición que amenaza la vida, desde la cual el paciente no encuentra otra salida que la de acelerar su muerte.
Ante un paciente que presenta este deseo, es fundamental entonces explorar las razones, meternos con las causas que sostienen este pedido, lo cual significará adentrarnos en el corazón de ese Sufrimiento. Ahora, me pregunto: ¿Nos sentimos preparados para ello? ¿Contamos con las habilidades comunicacionales que necesitamos para poder mantener estas conversaciones? ¿Disponemos del tiempo y del apoyo interdisciplinar que seguramente se requerirá para abordarlas? ¿Y espacios de auto-indagación o reflexión para pensar y revisar nuestro impacto personal?
Estos son algunos de los desafíos que el DAM trae a los profesionales de la Salud en general y a quienes trabajamos en Cuidados Paliativos en particular.
Adentrarnos en las razones del DAM nos da la OPORTUNIDAD de trabajar sobre lo que verdaderamente es causa de sufrimiento en nuestros pacientes… No le tengamos miedo, valoremos la ventana que quizás se pueda abrir si ese muro inicial, que a veces parecen ser estos pedidos, puede trabajarse en una experiencia terapéutica interdisciplinaria, que ayude a integrar a la vida la experiencia de enfermar gravemente y, en el mejor de los casos, a poder trascenderla.

La Lic. María Luz Gómez, disertando en el XI Encuentro Nacional de Cuidados Paliativos de Tandil. Foto: Solange Bendinelli.
Trabajemos sobre nosotros mismos: no olvidemos que podemos ser facilitadores pero también generadores de sufrimiento. Calibremos el instrumento que podemos ser en la experiencia transformadora del sufrimiento del otro para saber gestionar el impacto y la implicación personal y poder responder constructivamente a las necesidades de nuestros pacientes y no actuar impulsivamente si nos sentimos amenazados por la situación.
Y no olvidemos que no todo el sufrimiento se puede evitar y por lo tanto resolver, pero siempre podremos acompañar, aun sabiendo que nuestra respuesta será insuficiente y quizás incompleta.
Una última reflexión: ¿cómo pensar los pedidos irrevocables de Eutanasia? Si bien el DAM no siempre puede equipararse con un pedido irrevocable de Eutanasia, tampoco lo excluye. Algunos pacientes, aun habiendo recibido los cuidados apropiados y oportunos por equipos interdisciplinarios, sostienen el deseo de querer acelerar su muerte. Si bien Argentina no cuenta con una Ley Orgánica de Eutanasia, no por ello los pacientes dejan de pedirla.
Frente a esto, mi ambición aquí no es polemizar sobre esta temática, sino sólo compartir algunas preguntas en relación a la complejidad clínica de estas situaciones: Los pedidos irrevocables de Eutanasia, ¿son siempre respuesta a un sufrimiento multidimensional que no pudo integrarse? ¿O pueden ser también la puesta en juego de los valores más personales de alguien ahí donde el deseo vuelve a emerger, aun cuando sea un Deseo de Muerte Anticipada?
No creo tener una única respuesta, pero sí la convicción de que debemos incluir en nuestra práctica sus propios límites, y no olvidar que no siempre tendremos respuesta a todas las necesidades/ pedidos/deseos de nuestros pacientes, pero sí la obligación de sostener nuestro acompañamiento y sobre todo nuestra promesa de no abandonar.

Lic. María Luz Gómez
Psicóloga Clínica, certificada en Psicooncología y Cuidados Paliativos.
Coordinadora de Salud Mental – PalCare.
Coordinadora de la Comisión de Psicología de la AAMyCP.
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Muy interesante el tema.Es un dilema filosófico.
Me interesaria recibir información , si es posible, sobre eutanasia en personas con enfermedad mental.Fue a raiz de una joven que padecia TEPT y solicito eutanasia,la cual fue concedida, en Bruselas.